Siguiendo las instrucciones del yogui Lelè, Aurobindo narra asi su meditacion: Nos sentamos
juntos e hice con absoluta fidelidad cuanto me indicò, sin comprender en lo màs mìnimo
hacia dònde me llevaba èl o a donde me dirigìa yo. El primer resultado fue una serie de
experiencias tremendamente poderosas y de cambios radicales de consciencia que èl en ningùn
momento habìa deseado -pues eran de naturaleza advaita y vedàntica, y èl se hallaba en contra
de advaita vedanta-; y que eran ademàs contrarias a mis propias ideas, puesto que me
hicieron ver con enorme intensidad el mundo como una escena cinematografica en la que
formas vacìas se mueven en medio de la impersonalidad universal del Brahman Absoluto.
El resultado fue que una voz interior obligò a que me entregara al ser Divino que mora en mì,
y que a la vez me ordenase someterme por completo a Su Voluntad. Es èste un principio,
o, antes bien, el germèn de una fuerza a la que me acogì sin titubeos y cada vez màs,
hasta que me llevò atravès de todos los embrollos de un desarrollo yòguico incalculable
-en manera alguna ligado por una sola regla, estilo, dogma o shastra-, hasta lo que soy
ahora y hacia lo que serè màs adelante.
Sri Aurobindo.
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